Heriberto Yañez Castillo
El diagnóstico socioeducativo se entiende como un proceso en el cual se analizan las características del contexto, las formas de interactuar de los alumnos, maestros y padres de familia, así como las realidades que se desenvuelven en nuestro colectivo. Mediante el diagnostico, el docente tendrá la capacidad de generar explicaciones a los problemas y las características del contexto como objeto de estudio. La tarea no es fácil, pero el investigador posee la capacidad teorica, epistemológica y metodológica para iniciar la comprensión e interpretación de su realidad, para luego transformarla.
Astorga y Bart (1991) enmarcan al diagnóstico dentro de un proceso más amplio al que denominan ciclo del trabajo, mismo que encierra las etapas de: el diagnóstico, para conocer los problemas de nuestra realidad; planificación, para preparar acciones que den solución al problema; la ejecución de la planificado; la evaluación, para valorar los acciones que se han emprendido; y la sistematización, para construir la experiencia de todo el proceso de trabajo.
Por lo anterior, es que el diagnóstico se ubica como la primera etapa y la más importante dentro de cualquier transformación que se pretende hacer en el contexto escolar. Algunos elementos básicos a considerar en la construcción del diagnóstico socioeducativo son: la identificación y focalización de los sujetos, así como de sus necesidades e intereses, la formulación del problema, el análisis del contexto y la propuesta de solución.
Las fuentes de información que nutren el diagnóstico socioeducativo las obtenemos de los destinatarios potenciales o sujetos informantes del contexto escolar (estudiantes, maestros, autoridades educativas, padres de familia, entre otros), pero tambien existe información proveniente de organismos públicos, instituciones educativas, la estadística y el estado de conocimiento que se ha generado a partir de la investigación educativa. Por otro lado, los intrumentos son las herramientas de las que el docente investigador hecha mano para la recolección de los datos, y entre estos tenemos las entrevistas, los cuestionarios y encuestas, así como la observación participante y no participante.
Hoy en día realizar diagnóstico en lo educativo resulta transcendental para la comprensión de los problemas y las necesidades que aquejan a nuestros estudiantes y a nuestros docentes. Hacer un buen diagnóstico socioeducativo, nos lleva a la comprensión de los problemas, pues los problemas estan separados y aislados, solos y desarticulados; imponen porque sabemos que existen y que estan ahí; impactan por su magnitud y complejidad; impresionan por su sentido de urgencia, pero ahí aislados todavia no podemos inferir que pertenecen a un campo problemático.
No es hasta que los ubicamos dentro de un diagnóstico y en una linea de problemas, que estos cobran sentido, tal como lo plantea Sanchez (1993):
El campo problemático es el contexto del problema. Es el espacio global de su aparición. Por eso se dice que un problema sin contexto no está planteado; y la razón de ello es que el problema se queda solo, sin respaldo alguno; lo cual equivale a dejarlo en lo aparente y meramente superficial. Por el contrario, al problematizar, el profesor-investigador lo ubica al lado de otros problemas semejantes. Este contexto no hay que entenderlo simplemente como un espacio de aparición pasivo, es también un espacio activo. De esta manera, el contexto no sólo otorga "ubicación" al problema en un campo, sino también le da cierta "especificidad y consistencia", así como "dirección y sentido" (p. 5).
Los problemas educativos y didácticos antes de la problematización son bloque sin vida, indiferentes entre sí, uno al lado del otro, o, en el mejor de los casos, hechos con información pero opacos y silenciosos. El cuestionamiento del profesor-investigador, especie de varita mágica, los hace en relación recíproca. Gracias a ella lo educativo cobra vida. Los problemas y su contexto no son ajenos entre sí: interactuan permanentemente. Más que cosas y objetos que están uno al lado del otro, los fenómenos y procesos educativos conforman sistemas de relaciones que se conjugan y se articulan de diferente manera. Así, hay relaciones de antecedente-consecuente, de anterioridad-posterioridad, esencial-accidental, latente-fenoménico, acción-reacción, causa-efecto, etcétera (p. 5).
El estudio sistematizado de los problemas y las necesidades que duelen al sistema educativo, así como el vinculo entre los problemas, las personas y el contexto, da como resultado la hechura de un diagnóstico con una visión más organizada y articulada de la situación existente en nuestras escuelas.
Referencias
Astorga, Alfredo y Bart Van Der Bijl. (1991). “El diagnóstico en el trabajo popular”; en: Manual de Diagnóstico Participativo. Buenos Aires: Humanitas, pp. 15-28.
Sánchez, R. (1993). Didáctica de la problematización en el campo científico de la educación, en Perfiles Educativos, 61, julio-septiembre. Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación.